Como me dijo mi padre una vez, "para darte cuenta de como va un país, a lo que diga el gobierno tienes que quitarle la midad, y a lo que digan los sindicatos tienes que ponérsela". En la sociedad existen dos visiones extremas de la realidad: los permanentemente pesimistas y los permanentemente optimistas. Conozco a un ganadero y a una comerciante que se engloban en el primer grupo, cada vez que hablo con ellos me dibujan una situación nefasta. En el otro extremo, una persona a la que le debo mucho y que trabaja para una conocida marca de relojes, y un gran amigo mío que es electricista, ambos me hablan siempre sobre el gran momento que atraviesan sus negocios. Por eso cuando alguna de estas personas cambia de opinión presto especial atención. Hace unos años los pesimistas estuvieron optimistas durante algún tiempo, fue entre el 98 y el 2000. Ahora mis alarmas saltan porque los optimistas se han tornado son pesimistas.
Según los datos macroeconómicos España crece, crea empleo y los precios suben de forma moderada.
- Los datos de IPC nunca me resultaron creibles del todo, pero después de que tras la entrada del euro según el Instituto Nacional de Estadística los precios subieran un exiguo 0,1%, me los dejé de creer definitivamente.
- Los datos de empleo son de lo más discutible que hay, aún estoy por saber si los buenos son los que proporciona el INEM, la EPA, o las altas de la Seguridad Social. Yo personalmente lo que veo es que las multinacionales tanto españolas como extranjeras se van fuera del país, que a los jóvenes independientemente de su nivel de estudios les cuesta encontrar empleo, y que este es completamente precario y temporal.
- Si en algún dato pongo mi fe es en el de crecimiento, a la vista de que dicho patrón se sustenta principalmente sobre el sector de la construcción. Aquel que está creando un doble efecto simultáneo riqueza-pobreza, convirtiéndonos en millonarios propietarios de viviendas para cuya adquisición necesitamos hipotecar una tercera parte de nuestra vida. Actualmente se entiende que la adquisición de una vivienda es una modalidad de ahorro, lo que me resulta chocante dada la necesidad de endeudarse para adquirirla. ¿Ahorro y deuda no eran dos conceptos opuestos?
Hablando el pasado día con unas personas sobre las consecuencias que iban a tener los altos precios del petróleo, una de ellas afirmó "mientras no falte de comer más nos vale no preocuparnos". No es de extrañar por tanto que la juventud se comporte cada día como si fuera el último de su vida y se cometan los excesos que vemos todos los días. Con este tipo de visión de la que nos estamos impregnando jamás acometeremos nada con la suficiente ilusión como para ser capaces algún día de levantar las ruinas que estamos heredando.
Vienen malos tiempos para dejar de fumar
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