Los respectivos noes de Francia y Alemania a la ratificación de la constitución europea han desatado la más grave crisis política en Europa desde la negativa danesa a la ratificación del tratado de Maastricht en 1992. Políticos y tertulianos todos de la mano, se afanan en ofrecer todo tipo de explicaciones a este suceso siempre y cuando no pasen por hacer autocrítica con el actual proceso de construcción europea.
En Francia se entendió el no como un no a Chirac, como un desencanto de los franceses con la situación económica, como un rechazo a Turquía. En el caso holandes los argumentos pierden fuerza, pero van en una línea similar culpando a los votantes de una especie de xenofobia hacia los nuevos europeos del este. Para rematar sale el ministro Moratinos diciendo que estas dos negativas son tan respetables como las diez ratificaciones que se han hecho ya a la carta magna, olvidando señalar que de todas ellas sola una ha sido por referéndum, la española.
¿Por qué a ningún responsable político se le ocurre pensar que quizás los europeos estamos hartos de la propia política europea? ¿Por qué ese afán en correr tanto ampliando hacia el este? Quitando a las grandes corporaciones ¿qué cosas ha traido el euro al resto de la gente que no sea una pérdida de poder adquisitvo, confusiones y gastos de adaptación?
Los parlamentos holandés y francés deberían disolverse y convocar nuevas elecciones ante estos resultados, dado que de haber tramitado ellos la ratificación el proceso se habría hecho sin problema alguno, por lo que demuestran no estar representando la voluntad soberana de sus pueblos. En España nuestro presidente puede estar más que contento, estos resultados en contra de lo que afirman algunos periodistas le fortalecen a él y a su referéndum ante Bruselas.
No es de extrañar que los ingleses se lo estén pensando
jueves, junio 02, 2005
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